Dicen que hay trabajo que no se ve ni se reconoce detrás de todas las profesiones.
Y es verdad que hay muchas horas de preparación, trabajo y formación detrás de cada clase, encuentro o rehabilitación, por ejemplo, pero SÍ lo siento reconocido.
Me lo reconoce cada sonrisa, cada «venía fatal y ahora estoy mejor», cada «ay qué gusto!», cada dolor menos en mis alumn@s, cada confidencia, cada vida de la que me siento parte…
Todo lo que somos, y el amor y la energía que ponemos en ello, deja impregnado todo lo que hacemos.
¿Y tú? ¿Amas lo que haces?